11 de setembre 2006

Así viví un huracán

Yo he tenido la suerte de vivir un huracán cuando hace 10 años (en 1.996) estuve viviendo una temporada en la República Dominicana.

Hablo de suerte porque nos habíamos trasladado unos días a Playa Bavaro (que fue donde nos afectó) y nuestros bienes estaban en la habitación de un hotel de 5 estrellas pero al marchar pude ver los destrozos que hizo en pueblos de la zona. Terrible!!

Lo que más recuerdo es el aullido del viento constante y el continuo ruido de cosas rompiendose (árboles, tejas....).

Como aficionado a la meteorología seguía diariamente la información meteo en la CNN por lo que veia la posibilidad de que el huracán HORTENSE nos visitara. La noche anterior el huracán con categoría 1 estaba en Puerto Rico y Bavaro está situado en el extremo más oriental de la Hispaniola a unos 80-100 km de Puerto Rico. Mi zona entraba de lleno en la Hurricane warning que emite el NHC. Este aviso advierte de que la zona tiene una probabilidad muy alta de ser afectada por un huracán.

Como no, avisé a los responsables del hotel (españoles en su mayoría) y como respuesta me dijeron que "esta tierra está bendita por Dios, aquí no nos afectan los huracanes". Era inutil seguir dando explicaciones.

La mañana del 10 de Septiembre (hace una década ya) el viento ya era bastante fuerte pero aún se podía andar. Esta foto la saqué hacia las 11 de la mañana cuando ya era evidente que el huracán se nos echaba encima pués el viento sostenido (de unos 70 km/h) era cada vez más fuerte.


Hay que pensar que cuando se habla de los vientos en un huracán suele hacerse referencia a los vientos sostenidos, lo cual no quiere decir que las ráfagas que aparecen superan con creces la velocidad referida. También hay que decir que los vientos aumentan de velocidad cuanto más cerca estén del ojo del huracán.

Hacia la 13:00 el viento era fortísimo (superior a 120 km/h con ráfagas cercanas a 200 km/h) y no se podía estar en el exterior por riesgo a que una rama, un coco o cualquier otra cosa que viniera volando te golpeara (los heridos del hotel fueron por esta causa), además la fuerza del viento impedía mantener la estabilidad. El sonido del viento y el ruido de destrozos era entonces constante y aterrador.

A las 13:15 en cuestión de unos minutillos el viento cesó repentinamente y se veía clarear el sol. Era el ojo del huracán. Salí, aunque preparado para volver en pocos minutos a la habitación.

Esta es una foto de satélite una hora después del paso del ojo sobre Punta Cana (Bavaro), el 10-9-96 (14:30 hora local).

El paso del ojo duró unos 20-25 minutos y volvió rápidamente a soplar con fuerza inusitada pero en dirección contraria. Árboles que estaban girados para un lado y aguantando, el viento contrario los arrancó enseguida. Así estuvo unas 3-4 horas soplando el viento fuerte pero cada vez más flojo. Hacia las 18:00 pudimos salir a ver los destrozos.

Las sombrillas de la playa estaban en su mayoría fuera de ella (a pesar de estar cimentadas), muchos árboles ornamentales de buen calibre arrancados de cuajo, tejas, cocos y ramas por todos los sitios. Todo esto en un hotel de 5 estrellas bien preparado..... y protegido por Dios. Y provocado por un huracán de categoría 1 con vientos sostenidos de 75 Kt (según información de la CNN). En este enlace se puede consultar las diferentes categorías de huracanes, encuadrados en la Escala de Saffir-Simpson.

Tengo algunas otras fotos pero la cámara se humedeció y no pude hacer muchas.

No obstante, lo peor no había acabado. Durante la noche siguiente empezó a llover torrencialmente y así estuvo durante 2 días. No podíamos salir de la habitación porque todo estaba inundado (el hotel está en una zona pantanosa y selvática) y la comida que nos habían traido se acababa.

Tuve que salir con agua hasta la cintura y con lluvia torrencial para pedir algo de comida para nosotros y nuestra hijita a la cocina, situada a unos 500 metros de nuestro bungalow. Esta lluvia era causada por lo que ellos llaman "la cola del huracán" y esta es la imágen del 11-9-96 a las 14:30 hora local.

Fue una experiencia única y suerte que no fue un huracán muy dañino pero, aún así, provocó unos 50 muertos en la provincia de Higuey, que es donde se encuentra Playa Bávaro y es una de las menos pobladas del país. Nosotros no llevabamos más que un ligero equipaje y no perdimos nada pero para salir de allí necesitamos un avión que solicité y pagué personalmente (en esas circunstancias hay que buscarse la vida y el dinero ayuda mucho), desde donde pude ver los destrozos. El río desbordado y vertiendo agua marrón al mar por la cantidad de tierra que llevaba el agua torrencial y varias aldeas completamente destrozadas.

Posteriormente, se dirigió hacia las Bahamas y Bermuda sin tocar la costa de los Estados Unidos. Alcanzó la categoría 4. Si alguien quiere ver más información sobre este huracán puede consultar en esta página y si el deseo es conocer la historia de los huracanes atlánticos, clicando aquí están todos los que se tiene noticia desde 1.851.

Después de esta experiencia tan singular, comprendo bien la impotencia de la gente ante las consecuencias de un huracán, el fenómeno meteorológico más potente que existe.

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